Tras la última comparecencia del BCE, hay algunos puntos interesantes que merecen ser mencionados:
– En septiembre, en su reunión anterior, el BCE – al igual que otros bancos centrales – quería darse un poco más de tiempo para evaluar mejor el deterioro de las condiciones económicas y financieras tras el verano. Pues bien, un mes y medio más tarde, el BCE consideró que los riesgos seguían siendo a la baja, de manera que fue suficiente para pasar de un modo « wait & see » a un modo « work & assess » ;
– El BCE justificó su inquietud a través de cuatro grandes argumentos:
- Variables de mercado: i) el precio del petróleo que seguía bajo; ii) el euro que seguía al alza (que ya no es el caso), y iii) la incertidumbre sobre los mercados financieros.
- Las condiciones monetarias habían mejorado sensiblemente (incluidas las condiciones crediticias en los países periféricos), pero no se había traducido suficientemente en cifras de crecimiento
- El entorno en los países emergentes se había deteriorado, particularmente en China
- Por último, el BCE hizo mención a elementos estructurales tales como el todavía importante endeudamiento, así como el desequilibrio entre una tasa de ahorro elevada y una tasa de inversión demasiado débil.
El BCE ha hablado, y tiene el « dedo en el gatillo” para actuar en diciembre. Se están barajando varias opciones de actuación en su política monetaria, pero cuatro están sobre la mesa: una extensión del QE más allá de septiembre 2016 (¿seis meses más?), un aumento del volumen de compras mensuales (¿entre 5.000-10.000M EUR?), aumentar las compras sobre otros activos (¿deuda corporativa?) y bajar (¿-0.10% o -0.20%?) la rentabilidad de los tipos de depósitos en el BCE (actualmente en el -0.2%).
Por otro lado tenemos a la FED, que previsiblemente subirá tipos en diciembre, justo cuando el BCE tome medidas adicionales!!! Esta fuerte vulnerabilidad de las economías a las variaciones de los tipos de cambio provoca un anclaje de los bancos centrales en sus políticas de relajación monetaria.
Al final, el BCE ha exigido a los gobiernos de la zona Euro a « esforzarse para poner en marcha políticas fiscales de apoyo al crecimiento ». Si el crecimiento económico no despega lo suficiente, las políticas fiscales tendrán que ser más acomodaticias y no tan restrictivas.