Desde que nacemos, recibimos una constante educación basada en aspectos cívicos y éticos, necesarios para desenvolvernos en la sociedad en la que vivimos. Asimismo, obtenemos formación académica con el fin de convertirnos en grandes profesionales y entrar a formar parte del mundo laboral, tan necesario para ganarnos el pan.
Si nos paramos a pensar, es cierto que una etapa de nuestra vida la dedicamos a formarnos para acceder al mercado laboral, sin embargo, una vez en él, nos damos cuenta de que no disponemos de una “educación financiera” que nos permita optimizar nuestras ganancias y sacarle el mayor rendimiento posible, intentando evitar el despilfarro o la mala gestión del salario que cada vez nos cuesta más sacrificio conseguir.
La formación financiera es una cuestión fundamental, puesta que va ligada a la buena gestión y administración del patrimonio que vamos creando a través del trabajo que desempeñamos con tanto esfuerzo y dedicación.
Por desgracia o fortuna, tal y como está concebido el sistema que nos ha tocado vivir, el dinero forma parte integral de nuestra existencia por lo que debemos aprender a defendernos en finanzas si no deseamos atravesar situaciones económicamente complicadas que puedan ser negativas para nuestro futuro y para nuestra estabilidad emocional.
Por ello, es importante dedicar el tiempo necesario a adquirir una formación financiera de la mano de profesionales que nos ayuden a sacarle el máximo rendimiento a nuestro capital. Debemos destinar una parte de los ingresos del trabajo al ahorro, se gane mucho o se gane poco, adaptándolo al nivel de retribución y destinar una parte al ahorro. Como decía Warren Buffet: “No ahorres lo que te queda después de gastar… gasta lo que te queda después de ahorrar “.
Es por esto que, bajo mi punto de vista, es crucial la figura del consultor financiero independiente a nuestro lado, ya mencionado en varias ocasiones en este blog. El consultor diseña una hoja de ruta o mapa financiero, asesorando y elaborando un traje a medida a través de la planificación financiera, marcando los objetivos personales y profesionales así como las necesidades familiares y/o personales, y siempre teniendo como premisa tres conceptos que resultan fundamentales: Seguridad, Liquidez y Rentabilidad.
Por lo general, las familias no están acostumbradas a diversificar (regla básica) sino a tener un ahorro desordenado, esto es, tienen una hucha que podemos denominar como Cuenta Corriente, Depósitos…y es en ella donde se encuentran sus ingresos pero también sus gastos (los imprevistos, los gastos de los hijos, seguros, recibos, lo que quedará el día de mañana para la pensión, el posible cambio de coche, la hipoteca…). Se trata, por tanto, de un ahorro indiferenciado, desorganizado, del que van saliendo gastos y donde quedará un ahorro u otro que permitirá hacer algunas cosas y otras no. Sin embargo, si contáramos con una óptima planificación financiera, podríamos “orientar” nuestro ahorro a las necesidades que nos puedan surgir (avería de coche) o a los objetivos que nos vamos marcando (futuros estudios de nuestros hijos, viaje soñado). De este modo, el ahorro se convierte en el principal factor de riqueza de las familias.
En situaciones de inestabilidad económica (crisis china, la desaceleración global, la recesión en Brasil, el problema griego, etc.) el ahorrador de a pie no sabe muy bien cómo reaccionar, puede caer en la tentación del pánico y del miedo y tomar decisiones sobre el “qué hacer” con los ahorros ante esta situación de inquietud e incertidumbre. No obstante, tales circunstancias pueden esquivarse si se dispone conocimientos básicos financieros y un profesional de confianza para saber diversificar, marcar un objetivo a cada inversión y tener disciplina de manera que no nos sintamos influenciados por los altibajos del mercado.
En definitiva, la formación financiera es la asignatura pendiente en nuestra sociedad, pero nunca es tarde para la adquirirla de la mano de un buen consultor financiero independiente.
Excelente artículo, que hace que te des cuenta de lo importante que es tener una formación financiera para saber administrar tu patrimonio.
Nunca los tiempos fueron fáciles, pero como a alguien le escuché “no es fácil pero tampoco es difícil”. Y es cierto, o al menos así pienso yo.
Este acertado artículo, nos habla de algo fundamental que es aprender a gestionar nuestro dinero y algo esencial para conseguirlo es el asesoramiento por parte de un profesional de confianza en nosotros.
Desde el ámbito profesional en el que trabajo, la educación, los alumnos carecen de formación al respecto. En mi opinión, una buena orientación al respecto puede contribuir al bien estar de las personas en la sociedad.