Bien es sabido que dos de las cosas que más nos importan son la salud y el dinero.
Para cuidar de nuestra salud, contamos con un médico de familia que se preocupa de analizar nuestro problema y darnos el diagnóstico más adecuado. Quizá, en ocasiones, no le damos la importancia que merece al hecho de disponer de un profesional de la salud en cualquier momento, puesto que es algo que la Administración Pública pone a nuestra disposición a través de nuestros impuestos.
Para cuidar de nuestro dinero, sería conveniente contar con una persona de confianza, con la formación adecuada, que analice nuestra situación económica y nos asesore en la planificación de nuestro patrimonio de la forma que más nos convenga.
Pues bien, al igual que confiamos nuestra salud a médicos cualificados con una completa formación, deberíamos actuar del mismo modo a la hora de cuidar nuestro dinero; esto es, exigir que el asesor tenga una completa formación y esté cualificado para desarrollar su trabajo y velar por nuestros ahorros como si de nuestra salud se tratara.
Por lo general, depositamos nuestros ahorros en entidades bancarias sin tener la certeza de que la persona que está detrás del mostrador nos está ofreciendo productos acordes a nuestras necesidades e incluso podemos pensar que se preocupa únicamente de cumplir los objetivos laborales que le exige su entidad, “colocándonos” productos que en muchas ocasiones nos causan perjuicios importantes; solo habría que recordar algunos desgraciados episodios recientes como los ocurridos con preferentes, bonos convertibles, salidas a bolsa, etc.
Cuando nuestro médico de familia nos ha de recetar algún fármaco, tiene en cuenta si padecemos alguna alergia, si somos intolerantes a algún producto, si se trata de una mujer embarazada, etc.; es decir, nos prescribe un medicamento que no sea contraproducente para nuestra salud. En la misma línea, es importante que nuestro consultor financiero nos ofrezca los productos de ahorro e inversión que más se ajustan a nuestro perfil, a nuestras necesidades y a nuestros objetivos vitales.
Además, nuestro médico no está “atado” a ninguna casa farmacéutica: nos receta el fármaco que más nos conviene y que producirá el mejor efecto en nuestra salud, sea la marca que sea. Tiene a su disposición un mercado completo de productos de diferentes firmas, a los que puede acceder y de los que tiene conocimiento en cuanto a las consecuencias que puedan producir y las contraindicaciones que puedan conllevar. Del mismo modo, es interesante que quien cuide de nuestro dinero tenga alcance a toda la gama de los productos financieros que existan, sin tener que limitarse a los que ofrezca una u otra entidad bancaria y que, además, conozca el funcionamiento de dichos productos.
Por otro lado, nuestro médico, nos aconseja cómo sobrellevar mejor nuestra enfermedad o cómo evitar un resfriado, cuándo es la mejor época para vacunarse, etc. Igualmente, nuestro asesor financiero debe recomendarnos cuándo es más beneficioso comprar productos y cuál es el momento de vender para consolidar nuestro beneficio.
En definitiva, es muy conveniente la existencia de la figura del consultor financiero independiente que pueda cuidar de nuestro dinero al igual que lo hace el médico con nuestra salud. Es un profesional de primera necesidad, fundamental en nuestra vida mientras que consideremos que el dinero es una de las cosas que más nos importan.