A la pregunta «¿cuál es el principal riesgo para el euro? «, Un muy alto responsable de la política monetaria Europea respondió hace quince años: «el de la secesión política: el euro se verá en problemas cuando el teléfono suene de Bruselas o Frankfurt en alguna capital y nadie quiera responder!! «.
La experiencia de estos últimos años ha reforzado este presentimiento: La Europa (política) ha ido más despacio que el euro. En ausencia de sus dos » patas «, la Unión Económica y Monetaria sigue siendo frágil. Esta debilidad fue y sigue siendo el argumento central de los opositores al euro: “Europa no es una federación, un país minoritario puede, siempre que quiera, negar la decisión tomada en virtud de la ley común, la divisa es algo demasiado importante para dejársela sólo a los bancos centrales, el euro es un objeto político no identificado, así que explotará algún día”.
Esta visión muy política ignora los progresos tan significativos que se han llevado a cabo en la gobernanza de la zona y, en particular, la unión bancaria y el establecimiento de dispositivos de gestión de las crisis por parte del BCE: ahora existen los cortafuegos. Esta visión subestima también el compromiso de las opiniones públicas sobre la moneda única.
Lo que sucede entre Grecia y sus socios desde hace seis meses ilustra bien, sin embargo, el «punto ciego» de la UEM mencionado anteriormente. No puede haber solidaridad (y Grecia necesita claramente una reestructuración adicional de su deuda insostenible a medio plazo) sin una mínima adhesión a las reglas del juego de la política económica. En otras palabras, la pertenencia a la casa común del euro exige el respeto de las normas de copropiedad que se firmaron.
Grecia echó un órdago al Eurogrupo y lo perdió!! Es difícil creer que los Jefes de Estado y de Gobierno de la zona Euro les ofrecerían una solución fácil para resolver sus problemas de financiación a corto plazo y el de la sostenibilidad de su deuda cuando existía un clima de desconfianza. Si Grecia no aceptaba, el GREXIT estaba ahí. La zona Euro tiene los medios y recursos suficientes para hacer frente a los riesgos de contagio a corto plazo, pero deberá reconstruir una credibilidad de medio plazo sobre la irrevocabilidad de pertenencia y estabilidad. La reacción de los líderes europeos sobre el impacto que podría derivarse de este evento era una prueba de credibilidad futura de la UEM, que ha descansado mucho estos últimos tres años en el » whatever it takes» de Mario Draghi. ¿Qué promesas concretas deberían darse de manera que, finalmente, el Euro camine a dos patas?