Los servicios financieros tras MiFID II

By | 20 abril, 2018

A falta de la transposición definitiva, las grandes entidades financieras han avanzado mucho en la adaptación de sus modelos a la nueva norma MiFID II, que nace con la intención de poner al cliente en el centro de la actividad financiera. Ya hemos comentado en varias ocasiones que el sector todavía tiene mucho camino por andar. Y es que, con la llegada de la nueva normativa, el panorama ha cambiado radicalmente para los asesores financieros: se enfrentan a un verdadero reto, pero a su vez a una gran oportunidad.

Cuando hablamos de retos nos referimos a que la nueva regulación conlleva ciertas exigencias: los asesores deben acreditar un nivel de cualificación certificado oficialmente que acrediten sus aptitudes- así como una experiencia determinada en el sector financiero.

MiFID II ha puesto en valor el asesoramiento. Es muy importante que el asesor eduque debidamente al cliente y que le informe debidamente sobre cuál es el valor que le está aportando por la prestación de su servicio. El asesor debe ser un profesional bien formado y suficientemente preparado para que el inversor tenga una barrera protectora frente a los mercados. Estas exigencias de capacitación profesional resultan especialmente necesarias en un sector en el que cada día aparecen nuevos productos y servicios y que está sujeto a permanentes transformaciones regulatorias, tecnológicas y de la demanda. Por todo ello, MiFID II marca un antes y un después en la relación entre entidades, profesionales y clientes.2

La formación continuada, el estricto cumplimiento de unos requisitos éticos, y la alineación con los objetivos del cliente, a través del conocimiento exhaustivo de su perfil, son tres cuestiones que MiFID II debe todavía reforzar. En los últimos años, se ha realizado un gran esfuerzo y ahora es el momento de recoger los frutos y aplicar los buenos hábitos aprendidos. La confianza del ahorrador está en juego y no podemos desaprovechar una oportunidad única para dejar atrás prácticas del pasado que pronto quedarán desterradas.

En este escenario, los servicios financieros tras MiFID II deben llevar implícitas unas prácticas intachables de los profesionales. Nuestra experiencia de las dos últimas décadas en EFPA nos lleva a afirmar que el asesor debe reciclase de una forma continuada. Ese, junto con el conocimiento del perfil de inversión, marcará la hoja de ruta para ofrecer un servicio óptimo y de calidad al cliente.

Otro de los grandes desafíos que plantea la nueva normativa para el asesoramiento financiero es la digitalización y en especial el papel que están jugando los robots en el mundo de las finanzas. Las Fintech han revolucionado la industria financiera y son sin duda una ayuda innegable y un aliado del asesor financiero. Sin embargo, hay cuestiones, como la gestión de las emociones del inversor, la definición de un perfil adecuado a las necesidades del inversor o el tiempo de dedicación a las que difícilmente un robot podrá llegar.

Hablar de MiFID II es hablar también de una oportunidad sin precedentes para la profesionalización del asesor, la estandarización de los conocimientos que implica ser asesor financiero y el respeto hacia una profesión que no puede desempeñar cualquiera, como ha ocurrido hasta ahora.

No duden que la formación continua será el salvoconducto adecuado para una nueva era en el asesoramiento financiero.

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