En todos los foros económicos y en la prensa especializada estamos recibiendo información todos los días relativa a lo difícil que es la situación para el ahorrador conservador. Las sucesivas crisis que venimos sufriendo (crisis subprime, de deuda soberana, financiera) han derivado en una política monetaria ultralaxa creada para hacer el sistema sostenible. El elevado grado de endeudamiento de las empresas y de los estados ha terminado derivando en políticas de tipos de interés por debajo del cero y en una expansión monetaria global de los bancos centrales más importantes del mundo (especialmente la FED, el BCE y el Banco de Japón)
Esta situación se ha visto agravada en España por la especial situación de su sector financiero y el perfil del ahorrador español, altamente conservador y acostumbrado a ser bien remunerado por su dinero. Todavía me recuerdan los clientes que en 2009 hacían rondas por sucursales bancarias de Cajas de Ahorro actualmente desaparecidas en las que pagaban el 5 y hasta el 6% por plazos a un año garantizados por el FGD. Esas situaciones totalmente insostenibles derivaron en la desaparición de las entidades que tenían esas prácticas.
Hoy la situación es radicalmente opuesta. La competencia bancaria, que sigue existiendo, se está dando en el activo, y el ahorro sin riesgo ha dejado de ser rentable y necesario para dichas entidades, que deben ofrecer un plus por sus servicios si quieren obtener beneficios. Además, dada la competencia de asesores y fintech, con unas estructuras de negocio más eficientes y menores y mayor disponibilidad y servicio hace que resulte más difícil rentabilizar el negocio de una manera más eficiente.
Hay que tener en cuenta que en otros tiempos el dinero sin remunerar era altamente rentable para una entidad financiera. Podían permitirse el lujo de remunerar una gran parte del ahorro del cliente y su parte sin remunerar les cubría los gastos. Así mismo cubrían al cliente de regalos comprados con un fuerte descuento sacando rentabilidades adicionales. Eso les daba para pagar los sueldos de tres o cuatro personas que solo atendían en caja y hablaban con el cliente. Posteriormente una crisis de liquidez hizo que las entidades se pelearan por el dinero del cliente, lo que en nuestro sector se conoció como la guerra del pasivo. Todos se peleaban por plazos altamente remunerados sin compensación alguna al cliente. Finalmente las autoridades monetarias reaccionaron tomando fuertes medidas que aun hoy persisten.
¿Y cuál es la situación actual? Las entidades financieras gozan de liquidez, y no necesitan utilizar el pasivo como medio de captar clientela, debido a sus necesidades de generar ingresos recurrentes. Su actividad comercial se centra en el activo y en el pasivo fuera de balance, donde todas quieren ser diferenciales. Así mismo se escuden en productos financieros garantizados a largo plazo que no cubren la inflación para sus clientes pero que si les aportan ingresos en comisiones a corto plazo.
Dicho todo esto, hoy se nos pregunta si volverán los depósitos bancarios a precios atractivos. La respuesta es no, pero con matices. Los plazos fijos siempre estarán ahí, pero no volveremos a ver cincos ni seises. Para que el tipo de interés libre de riesgo pueda ser tan elevado los tipos oficiales deben ser incluso superiores, y los préstamos se deberían encarecer en una proporción mayor. Además la inflación debería subir al doble, y por ello los salarios (no he encontrado a nadie que me diga que crea que su sueldo va a subir un 10% anual). Además los estados y empresas deberían pagar cantidades elevadísimas por sus deudas, solo compensables por su capacidad de generar ingresos. Esta situación ni esta ni se le espera en un largo plazo de tiempo.
Por ello debemos ser realistas y asumir la situación actual. Debemos conocer cuál es nuestro ahorro presente y futuro, analizar nuestra capacidad de endeudamiento y saber que cada euro de nuestro dinero cuenta. Diversifiquemos en distintas estrategias de corto, medio y largo plazo, y ampliemos nuestros conocimientos financieros siendo conscientes de esta nueva situación. Apoyémonos en profesionales del sector y pensemos que podemos adaptarnos, al igual que nos hemos adaptado al boom de las nuevas tecnologías. Los nuevos escenarios no tienen por qué ser peores, solo diferentes. Y de todos los cambios siempre surgen oportunidades.