Los recientes indicadores de actividad confirman las señales de estabilización aparecidas la pasada primavera. Las medidas de estímulo a la inversión pública y la recuperación del mercado inmobiliario fueron los principales factores de apoyo. Sin embargo, estos efectos positivos comienzan a desaparecer, por lo que el crecimiento se moderará para el resto del año tras haber alcanzado su punto máximo en el segundo trimestre. Para el conjunto del 2016, el PIB crecería un 6,6% (después del 6,9% en 2015). Además, la economía podría incluso caer ligeramente sin llegar a entrar en un escenario de cambio brusco: 6% en 2017 y 5,5% en 2018.
La continua desaceleración de la actividad vendría de tres factores sobre todo:
- La potencial oferta debilitada por la aceleración del envejecimiento demográfico, por la menos acumulación de capital y por la desaceleración del crecimiento de la productividad;
- El lento reequilibrio del modelo de crecimiento en favor del consumo: aunque sigue disminuyendo debido a la reestructuración en respuesta al exceso de capacidad productiva y del alto endeudamiento de las empresas, la inversión seguirá siendo el principal motor de la economía. Su participación en el PIB nominal se mantendrá elevado, en el 43,2% en 2018. El del consumo privado seguirá siendo inferior (en el 39,5%);
- La competitividad debilitada por el aumento de los salarios y la apreciación del tipo de cambio efectivo del yuan: la presión alcista sobre el yuan en presencia de los excedentes exteriores masivos podría equilibrarse con aquellas ligadas a las salidas de capital. No hay que excluir las intervenciones del banco central para ajustar el yuan.
Sin embargo, la desaceleración del crecimiento será sin ruptura. Además de los bajos precios de los productos básico (hipótesis asumida en nuestro escenario), varios elementos positivos favorables al crecimiento aún son evidentes aunque su dinámica no sea sostenible: el desarrollo del sector servicios dependiente de las actividades financieras e inmobiliarias, aceleración de la inversión en proyectos de infraestructura pública, continua combinación de políticas acomodaticias.
Reformas estructurales continuas serán un factor clave para evitar el «hard landing» de la actividad. En el marco del 13º Plan quinquenal 2015-2020, la ambiciones chinas en este área son particularmente altas, pero el nivel de detalle en las normas de desarrollo es aún muy reducido. Una mala gestión por parte de las autoridades de la política económica constituiría un riesgo para nuestro escenario.