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La vuelta de la volatilidad al mercado de bonos

2017 se ha caracterizado por la baja volatilidad que han experimentado los mercados financieros y no se puede decir que haya sido un año exento de eventos. Hemos tenido elecciones en Francia, tensiones geopolíticas entre Corea del Norte y Estados Unidos, problemas políticos en Cataluña, y negociaciones sobre el Brexit.

A pesar de todo en 2017, el índice de volatilidad de la renta variable estadounidense ha llegado a marcar sus mínimos de los últimos treinta años, con una volatilidad del 8.56% (a 30 de noviembre de 2017). Esta baja volatilidad no ha sido exclusivo de las bolsas, sino que se ha transmitido al resto de activos, incluida la renta fija.

No debemos atribuir la potestad de esta baja volatilidad a un sólo factor, sino a un conjunto de los mismos. Entre estos factores destacar algunos como un entorno de crecimiento económico moderado, pero sostenido y coordinado, la ausencia de presiones inflacionistas, unos beneficios empresariales al alza y, en especial, la actuación de los Bancos Centrales.1

En 2018 estamos empezando a ver síntomas que nos llevan a pensar que esa baja volatilidad que hemos vivido en los mercados, especialmente en renta fija, empieza a ser insostenible. En un momento con el crecimiento económico dándose de una forma prácticamente generalizada a nivel global, las curvas de tipos de interés empiezan a reaccionar a escenarios que hasta hace pocos meses parecían poco probables.

En Estados Unidos, 2017 fue un año en el que los tramos cortos de la curva de tipos se movieron al alza recogiendo las decisiones de la Fed, mientras que los tipos a largo bajaban poco a poco ante la madurez del ciclo económico norteamericano. Sin embargo, la reforma fiscal de Trump y las sorpresas económicas en la segunda mitad del año han llevado a los tipos a largo a repuntar con fuerza en las últimas semanas, como consecuencia de un escenario económico mejor para 2018.

Por otro lado en Europa, el Banco Central Europeo sigue con un mensaje más inmovilista, aunque las actas del BCE ya reflejaron la necesidad de ir ajustando gradualmente la política monetaria a la evolución económica. La brecha entre política monetaria y los fundamentales de la economía se ha seguido ampliando y los mercados de renta fija comienzan a descontar que esa brecha ha ido demasiado lejos.

La consecuencia de esto es que la rentabilidad del bono alemán ha subido alrededor de treinta puntos básicos en el primer mes del año, generando pérdidas a las carteras posicionadas en los plazos más largos de la curva.

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Cuando miramos al 2018 vemos un escenario propicio para la renta variable; El crecimiento económico y de beneficios, una inflación subiendo pero moderada, unas valoraciones ajustadas pero corregidas por ese crecimiento de beneficios. Todo ello son factores que benefician la inversión en renta variable.

Quizás deberíamos prestar más atención a los mercados de bonos como posible fuente de  volatilidad. Será difícil que la renta fija europea vuelva a registrar una volatilidad tan baja como en 2017. Al igual que sucediera con la retirada de estímulos de la Fed, los mercados no van a esperar a la retirada de estímulos o la subida efectiva de los tipos y mercado comenzará a reaccionar antes de eso. Básicamente, lo que siempre ha hecho.

El gran reto de la educación financiera

La educación financiera sigue siendo una de las grandes asignaturas pendientes de la sociedad española. Las carencias en esta materia acarrean graves consecuencias no solo para la vida cotidiana de los ciudadanos sino también para la sostenibilidad del propio sistema económico. Desde EFPA España llevamos mucho tiempo impulsando el conocimiento y apelando al derecho de las personas a tener acceso a la educación financiera para gestionar adecuadamente su economía doméstica y tomar decisiones optimas de inversión, ahorro e incluso planificar una jubilación digna. El objetivo de la educación financiera no es convertir a nadie en un experto en finanzas, pero sí poner a su alcance las herramientas suficientes para conocer algunas pautas básicas de actuación a la hora de preservar su capital y obtener rentabilidad adecuada y a la hora de detectar cuando tiene que acudir a un asesor financiero cualificado, por ejemplo antes de invertir en determinados productos complejos y a la hora de tomar determinadas decisiones económicas de suma importancia. Sería oportuno que los ciudadanos comiencen a recibir estas competencias, entendidas como un conjunto de conocimientos y habilidades, desde temprana edad, en la propia escuela, como una asignatura más, o dentro de alguna de ellas, con el objetivo de inculcar en los niños, desde muy pequeños, el valor del dinero y la importancia del ahorro.2

Por ello, desde hace más de seis años EFPA España participa en el programa de Educación Financiera (EFEC) en Cataluña, junto a distintas entidades del sector y otras asociaciones de profesionales. Un programa pionero que prepara ya su sexta edición y acumula cerca de 15.000 talleres en más de 350 centros educativos de toda la región.

Pero además desde EFPA hemos desarrollado nuestro propio programa de Educación Financiera dirigido a colectivos y asociaciones profesionales, cuya cuarta edición está a punto de arrancar. En total, hemos formado a más de 3.000 profesionales de 130 colegios y asociaciones profesionales de diferentes ámbitos en doce comunidades autónomas, gracias a la colaboración de cerca de 400 asociados de EFPA España que, tras recibir una formación específica, han actuado como docentes de forma voluntaria. La cuarta edición de este programa arrancará con un claro objetivo: batir un nuevo récord y alcanzar acuerdos con ayuntamientos y otras administraciones públicas para la realización de más talleres.

Desde EFPA España estamos convencidos de que iniciativas de este tipo, acompañadas del cumplimiento de principios éticos por parte de todos los organismos y actores económicos sirvan para mitigar futuras crisis financieras y para proteger al cliente minorista.

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En materia de asesoramiento, se espera que la nueva regulación MiFID II, que ya está en marcha, brinde una mayor protección al inversor y consiga una real transparencia en los mercados financieros. Y es que en materia de educación financiera hace falta conciencia y compromiso por parte de todos los organismos y actores económicos.

Ante este escenario, y dado que las finanzas forman parte de la vida diaria de las personas, es el momento de apostar por inculcar la cultura del ahorro, el manejo del dinero y valores como la prudencia, la responsabilidad y el esfuerzo.

Deuda Legacy: una oportunidad por descubrir en Renta Fija Subordinada

En el entorno actual, una de las frases más recurrentes que oímos a los actores del mercado es: “la renta fija está agotada”. Los yields en el universo de crédito más tradicional ciertamente van acercándose a 0 en muchos casos (deuda investment grade), sólo siendo algo superiores si miramos índices de deuda High Yield. Todo esto ha empujado a los inversores a diversificar y buscar nuevas oportunidades en áreas de gestión diferentes en Renta Fija vía Fondos de gestión Alternativa (fuertes suscripciones netas en Europa con datos de Morningstar a cierre de Agosto en 2017) o sub-áreas de la Renta Fija como la deuda Subordinada, cuyo comportamiento relativo es y ha sido, especialmente bueno en los últimos tiempos.

Es precisamente en este último nicho de la Renta Fija Subordinada donde Groupama Asset Management ha identificado una oportunidad de inversión de tipo regulatorio: bonos subordinados de tipo Legacy emitidos por bancos y aseguradoras europeas. Más allá de la deuda AT1 (CoCos) cuyo mercado ha crecido significativamente en los últimos años, pero que aún no cuenta con la madurez de otros universos invertibles y puede estar sujeto a futuros vaivenes regulatorios, la deuda Legacy está compuesta por aquellos bonos subordinados que por motivos regulatorios no podrán ser incluidos como capital regulatorio en el balance de los emisores a partir de Diciembre de 2021.bonos-compressor

Este periodo de transición, que termina en 2021, hace que en muchos casos los emisores tengan fuertes incentivos para ejercer la compra (call/recompra) sobre el bono. En el universo Legacy (165.000M Eur en total), existe una parte “plain vanilla” con bonos cuya fecha de call está clara para todo el mercado, y que por tanto no ofrece mucho valor. Por otro lado, otro segmento está formado por títulos Legacy complejos; emisiones cuya call y fecha de call no están claras para el conjunto del mercado/analistas y que por tanto cuentan con una yield muy interesante (igual o superior a la de los bonos AT1). Por último, estamos hablando oportunidades en emisores que son Investment Grade en su deuda senior, limitando de este modo emisores más arriesgados como pudieron ser en su día Banco Popular o Monte dei Paschi.

En resumen, factores como unos yields más que atractivos (la deuda subordinada financiera es uno de los pocos segmentos de crédito que aún ofrece atractivo desde un punto de vista de rentabilidad-riesgo), un sector más normalizado y regulado (mejora sustancial del sector bancario desde 2009) y una ventana de oportunidad histórica (periodo de transición que termina a finales de 2021), hacen de la deuda Legacy una  oportunidad regulatoria más que interesante que el inversor debería, al menos, considerar como diversificador en su cartera de Renta Fija.