El pasado día 3 de Octubre fue el día internacional de la educación financiera. Aunque aparentemente ha pasado desapercibido creo que este año se le ha dado una mayor importancia que en otras ocasiones, y que esta tendencia va a ir en aumento. Creo que es algo que nos alegra a todos los profesionales del sector, aquellos que siempre buscamos lo mejor para nuestros clientes en este complicado entorno macroeconómico.
El mundo está cambiando a pasos agigantados, las nuevas tecnologías nos permiten llegar a terrenos antes desconocidos, y la cantidad de información de la que gozamos es enorme. Tenemos posibilidades que hace 50 años eran inimaginables, y eso se ha materializado más que nunca en el ahorro y en la inversión.
Hace 30 años el modelo de ahorro se encontraba monopolizado por las entidades financieras. Este modelo no era malo, porque le daba al consumidor lo que necesitaba. El dinero se remuneraba por la entidad a un precio aceptable y aunque los préstamos eran más caros en lo que se refiere a tipos de interés sus importes eran más modestos, permitiendo cancelaciones sin costes. El servicio ofrecido por los profesionales del sector era muy bueno, y la competencia existente permitía comparar precios y servicios. Pero ese modelo ha finalizado por completo, y no volverá.

Las entidades financieras (fundamentalmente las cajas de ahorros) fueron las primeras que adaptaron sus modelos para conseguir grandes beneficios, pero no por el bien de sus clientes. A través de sistemas de titulizaciones hipotecarias y demás derivados financieros conseguían dinero y beneficios que luego reinvertían en activos con grandes perspectivas de revalorización (y que no ofrecían a sus clientes) para así llevarse el margen puro. De esta manera esas entidades consiguieron beneficios millonarios que dilapidaron sus consejos de administración sin pensar en tiempos futuros ni en el beneficio de sus clientes. De este modo, el ahorrador que seguía en el anterior modelo se encontró con que a marchas forzadas había asumido unos riesgos que no eran los que él estaba dispuesto a asumir, y lo que es peor, que nadie le había explicado (muy posiblemente porque el empleado de su sucursal tampoco sabía que estaba pasando).
Afortunadamente todas estas circunstancias han hecho que nos hayamos dado cuenta de lo que pasa a nuestro alrededor. Hoy cualquier ahorrador-inversor puede invertir en cualquier mercado mundial y optimizar lo que tanto nos cuesta ganar, de una manera eficiente. La globalización nos ayuda a crecer a todos, permite que determinadas zonas se desarrollen y que las empresas que nos dan de comer optimicen sus beneficios para que tanto nosotros como nuestros hijos tengan un futuro. La creación de plataformas financieras respaldadas por bancos con excelentes posiciones de solvencia nos permite con una seguridad total optimizar nuestro dinero, y gracias a asesores de confianza con conocimientos elevados del mercado optimizamos nuestro tiempo (más valioso si cabe que el dinero)
Los grandes patrimonios ya se benefician de esos sistemas, desde hace mucho. Y lo hacen bien. Son conscientes de los riesgos a corto plazo, se benefician de los horizontes temporales de las inversiones y desarrollan estrategias junto a esos excelentes profesionales, que les permiten optimizar el beneficio. Pero ¿y porque sólo los grandes patrimonios?
Tenemos que tener en cuenta que las plataformas de inversión están disponibles para cualquier inversor, y que si miramos bien también hay profesionales que están dispuestos a echarnos una mano para nuestros pequeños ahorros, mucho más importantes que los de los grandes patrimonios y con los que tenemos que tener un mayor cuidado y mimo. Desgraciadamente nosotros también tenemos nuestras limitaciones en lo que a tiempo y esfuerzo se refiere, por ello intentamos optimizarlo de la mejor manera posible.

El mejor ejemplo de ello es nuestro vehículo inversor, Conecta Gap 2013. A través de un vehículo centralizado tenemos acceso a las mejores inversiones del mercado, a unos precios competitivos y con una revisión constante. Cualquier pequeño ahorrador puede invertir donde lo hacen las grandes fortunas. Nuestra política de inversión patrimonialista hace que seamos muy exigente con los proveedores de los fondos, bonos y demás vehículos de inversión y ahorro que utilizamos para optimizar nuestro dinero y el de los clientes, pudiendo negociar de igual a igual, como hacéis vosotros los clientes con nosotros, los asesores. Todo a ello a un bajo coste, el que nos permite dedicarnos a una profesión que nos apasiona, pero que es dura y exigente. Todos los asesores invertimos en esos vehículos nuestro propio dinero, lo que nos implica más si cabe en una buena gestión.
Instituciones como Conecta Gap 2013 no piden entrada mínima de importe (se puede aportar 50€ al mes, por ejemplo, si se quiere) accediendo a aquellos mercados que aparentemente, y según los bancos, solo son accesibles a los grandes inversores. Porque no alegrarnos de una racha alcista del SP 500, porque no beneficiarnos de una nueva expansión de los mercados emergentes, porque no disfrutar no sólo de los beneficios económicos, sino también saber porque se han producido. Democratizar las finanzas no sólo es poder invertir en cualquier parte, es también saber dónde tengo mis ahorros, beneficiarme de los tiempos de una inversión, y contagiarme del entusiasmo del asesor cuando hace bien su trabajo, a pesar de los momentos de incertidumbre que pueden rodear a los mercados.
Que el miedo, el cortoplacismo, o las continuas noticias negativas de la prensa no nos hagan perder de vista que hay que ver el futuro con optimismo. Tengamos altura de miras e intentemos optimizar lo que tanto nos cuesta ganar, y por supuesto, hacerlo de la mano de una persona de confianza, que le apasione lo que haga y que este en el mismo barco que el cliente.
Esta es mi visión de una democratización de las finanzas, que espero que todos compartáis.