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Sobre ahorro y familia

Es quizá una de las frases que más se repiten hoy en día: es imposible ahorrar.  Sin embargo detrás de esta frase que muy bien se puede aplicar a la situación económica que vive el país, en realidad se esconde una falacia; sí, sí es posible ahorrar.

Will Paterson © Creative Commons

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El ahorro se cuantifica como la diferencia entre los ingresos de una persona o familia, las denominadas rentas, y los gastos a los que hacer frente.  Planteado así, especialmente sino conocemos bien cuales son nuestros gastos y controlamos el presupuesto puede ser cierto.  La vivienda, los gastos para mantenerla y habitarla, las necesidades personales son hoy crecientes y consumen buena parte de los ingresos de la familia.  Pero si tomamos ahorro como diferencia de rentas y gastos no estamos haciendo una buena planificación, nos comportamos como personas que no tiene un objetivo determinado.  Si solo contempla como una diferencias no estamos teniendo una actitud proactiva.

El ahorro puede ser considerado también como una partida del presupuesto familiar, el cual elaboramos y vigilamos su cumplimiento.  Cuando dentro del presupuesto familiar incluimos el ahorro, entonces y solo entonces, estamos teniendo una actitud proactiva en la consecución de un objetivo.  En este caso ahorrar sí que es posible.  Por cierto económicamente tiene todo el sentido del mundo, puesto que en este caso la visión del ahorro no es otra que consumo presente que trasladamos al futuro, lo que hoy ahorramos no consumiendo nos servirá para consumir en el futuro.

Sin ahorro no es posible emprender ningún tipo de inversión, la familia necesita tener un dinero para iniciar la configuración del patrimonio. Luego vendrá en qué y cómo invertimos, pero lo primero es ahorrar. Es más se puede asegurar en el éxito o la forma de tener un patrimonio por parte de las familias está directamente basado en ahorro, a más ahorro mayor patrimonio. Por supuesto ese patrimonio tiene que estar invertido para la consecución de nuestros objetivos, sin apropiado plan y actuación inversora el ahorro puede desaparecer y con él la posibilidad de conseguir nuestros objetivos.

Jean Gerber © Creative Commons

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En una sociedad donde cada vez aparecen nuevas necesidades, por ejemplo disponer de un colchón de dinero para la jubilación, como no hacer una previsión para el estudio de nuestros hijos y muchas más cosas, el ahorro se vuelve un factor fundamental para garantizarnos un futuro con unas perspectivas mucho más claras.  Desde siempre el ahorro fue considerado como una partida presupuestaria, especialmente en los tiempos duros, como fue el de nuestros padres.  La “exuberancia irracional”  con la que convivimos en los tiempos de bonanza, afectó al ahorro y a la visión que se tenía hasta el momento de él.  Muchos fueron los que cambiaron ahorro como partida presupuestaria familiar a una visión de resultado entre ingresos y gastos.

Hay otra visión de ahorro que quizá les haga pensar.  Cuando una compañía tiene más ingresos que gastos, al resultado positivo le llamamos beneficio, en caso contrario pérdidas.  Pues bien cuando hablamos de individuos la diferencia positiva entre ingresos y gastos les llamamos ahorro. Ahorro y beneficio, conómicamente, es lo mismo.  Por tanto comportemos racionalmente y provoquemos y busquemos tener beneficio, ahorro, y no pérdidas.

Los Fondos de Inversión como alternativa para el ahorro

En la presentación del decálogo para el ahorro a largo plazo, los expertos consideran que en España se ha ahorrado poco, tarde y mal. El ahorrador español, por lo general, se ha caracterizado por ser cortoplacista, buscando siempre productos de ahorro que ofrezcan rentabilidades altas, en el menor tiempo posible y casi sin riesgo.

Chris Liu-Beers © Creative Commons

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Partiendo de la base de que el riesgo nulo no existe, el ahorrador se caracteriza por saltar de banco en banco buscando depósitos que le ofrezcan una rentabilidad más alta de la que tiene actualmente, pero la rentabilidad que ofrece la banca por los depósitos a plazo fijo está rozando casi el 0% debido a la bajada de los tipos de interés del BCE y a la sobrante liquidez que tiene el sector por los continuos rescates a la banca. Por tanto, el ahorrador tendrá complicado conseguir rentabilidades que superen la inflación con esta herramienta.

Reflexionemos sobre esta fórmula:

RENTABILIDAD REAL= RENTABILIDAD NOMINAL – INFLACIÓN

Significa que por ejemplo en el año 2010, la rentabilidad nominal (esa rentabilidad que nos daba nuestro banco por contratar un depósito a plazo fijo por un año) era de un 4% y teniendo en cuenta que la inflación era de un 3,5% resulta que la rentabilidad real que obteníamos por nuestros ahorros era de un 0,5% (aproximadamente, ya que la inflación no afecta solo a los intereses sino también al capital inicial).

En el año 2015, el interés nominal que puede ser de un 1% y la inflación que es actualmente de un -0,9% resulta que obtenemos una rentabilidad real del 1,9% (aproximadamente)

Por tanto, la Inflación afecta a cualquier inversión y la Rentabilidad Real es la que marca el aumento o la disminución de la riqueza del ahorrador. El ahorrador en el año 2010 consideraba que 1 año después sería un 4% más rico y esta percepción es, por tanto errónea. Vivir de las rentas en este tipo de herramientas durante un periodo largo de tiempo supondría la pérdida del poder adquisitivo en sus ahorros.

Anneliese Phillips © Creative Commons

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Hay que cambiar esta forma de pensar ya que se trata de una estrategia que ha hecho que el ahorrador no consiga una buena rentabilidad en sus ahorros por no tener planificado y diversificado su capital en función de los objetivos que persiga y en función del plazo en el que precise disponer del dinero, ya sea para la jubilación, los estudios de los hijos, la hipoteca, liquidez para soportar nuestro fondo de reserva, etc. Por ello, una opción a tener en cuenta es utilizar los fondos de inversión para ahorrar a corto-medio y largo plazo ya que se caracterizan por:

– Liquidez. El partícipe puede retirar el dinero en cualquier momento, teniendo nuestro dinero abonado en cuenta corriente en un plazo máximo de 72 horas.

– Mayor seguridad. Al tener participaciones de un fondo de inversión, éstas se encuentran diversificadas en un gran número de activos, esto es, no se tienen “todos los huevos en la misma cesta”. Además, y muy importante, los fondos de inversión están fuera del balance de los bancos.

– Gestión profesional. Al estar gestionado por un grupo de especialistas en los mercados financieros es “seguro” que obtendrá una mayor rentabilidad puesto que no es el banco quien decide qué se hace sino la propia gestora.

– Ofrece Transparencia. Cada 6 meses los auditores del fondo tienen que presentar qué es lo que se ha hecho con el dinero de los partícipes.

– Diversificación. En base a unos criterios de inversión, el fondo invierte en una zona o en un sector determinado, ya no hay que buscar empresas concretas.

– Fiscalidad. Los Fondos de Inversión tiene la ventaja del diferimiento fiscal: solo tributa cuando se produce el reembolso y no mientras el ahorro permanezca en el fondo, ni cuando se hace un traspaso a otro fondo, lo que se aprovecha de la capitalización compuesta que genera su dinero a lo largo del tiempo.

En definitiva, el ahorrador debe saber que la mejor manera de sacarle partido a su dinero, no son solo los depósitos bancarios o cuentas remuneradas “de toda la vida”, sino diseñar una planificación de su patrimonio acorde a sus necesidades, horizontes temporales y con una buena diversificación de su cartera a través de los fondos de inversión. Tal programación, la desarrolla junto con la profesionalidad del consultor financiero independiente.

Como perder sistemáticamente dinero en los mercados

El error más común en los mercados y que se sigue y seguirá repitiendo hasta el fin de los días, es comprar al calor de las subidas (euforia) y vender cuando hay pánico. Esta acción, que así explicada fríamente cualquiera puede ver que lo peor que se puede hacer en bolsa, es sin embargo, la acción más repetida por los inversores no profesionales. Pongamos como ejemplo este año: un inversor, al ver todo lo que había subido la bolsa en el primer trimestre decide invertir en el mes de abril en renta variable (sin tener en cuenta su perfil de riesgo y cuánto está dispuesto a perder así como el horizonte temporal de la misma) y no presta atención a su inversión hasta que en las noticias ve que los mercados se están hundiendo por China, Volkswagen, etc, y le entra el miedo. En ese acto de miedo mira su fondo y ve que está perdiendo un 15-20%, y en lugar de actuar fríamente y darle un margen temporal para que se recupere, decide vender. Después de esta clásica acción es cuando la gente dice que en la bolsa siempre se pierde, y en efecto, se pierde sino sabes ni cómo, ni dónde ni cuánto tiempo quieres que dure esa inversión.

Fuente: Unience

Fuente: Unience

Por lo tanto, ¿Qué es lo mejor que puede hacer un inversor? Lo primero, buscar un asesor financiero independiente, que realmente busque lo mejor para él y no para la entidad en la que trabaja. Segundo, ser completamente honesto con el asesor y definirle claramente el patrimonio, el horizonte temporal y el riesgo que quiere asumir (entendamos riesgo por la pérdida con la cuál dejas de dormir). De esta manera se tendrá una inversión ajustada al cliente y no a los objetivos comerciales de una entidad, minimizando los riesgos para el primero y aumentando la satisfacción con su asesor ya que la rentabilidad será la que estaba buscando.

Contra el efecto mariposa en la economía mundial, educación financiera

Hace unas semanas, Seguros el Corte Inglés lanzó su primera campaña en radio y TV en la que compara quién sabe más de seguros, si el cuñado sabelotodo o el experto en seguros. En el caso de la gestión de  las inversiones o ahorros ocurre prácticamente lo mismo, siendo en muchos casos el consejo de nuestro querido cuñado, primo o vecino el que gana al consejo de un verdadero profesional en la materia.

Pavlofox © Creative Commons

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En Conecta Capital tenemos como Plan de Pensiones recomendado el SECI selección gestoras de Seguros El Corte Inglés, por lo que apoyamos al 100% la estrategia tanto de inversión como de incremento del valor de un buen profesional financiero que ellos presentan a través de su publicidad.

Y como muestra un botón.  Estamos viviendo unos tiempos económicos muy volátiles y globalizados que hacen que una noticia mala en China, pueda hacer que la bolsa europea baje, en plan efecto mariposa; por lo que se hace muy complicado poder elegir dónde ahorrar sin una buena planificación, buenos conocimientos financieros o el consejo de un buen profesional del sector.

El pasado lunes 5 de octubre se celebró en España el día de la Educación Financiera con actos en los que se recalcaba la necesidad de potenciar la educación y la cultura financiera a toda la población.

Se debe empezar por nuestros hijos, para conseguir inculcar de la mejor manera la necesidad de ahorrar desde pequeños para poder hacer frente a los retos económicos que nos plantea la vida, desde el pago de los estudios, compra de una casa, o porque no, hacer ese viaje soñado.

En los países anglosajones y del norte de Europa inculcan un pensamiento económico desde la escuela a sus niños. No hablo de agobiar a nuestros hijos sobre que lo más importante en la vida es ahorrar, como hacían nuestros abuelos, pero sí que tengan claro que es necesario pensar en ahorrar y conocer cómo funcionan los diferentes productos de ahorro e inversión.

Además, un incremento en la cultura financiera por parte de los inversores y ahorradores, hará que se incremente la calidad y transparencia de los productos obligando a los gestores de fondos de inversión y otros productos de inversión y ahorro a tener que buscar los mejores productos que satisfagan las necesidades de sus clientes.

tookapic © Creative Commons

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Todo esto que parece obvio no lo es tanto y a los hechos me remito. Si cuando en el año 2005 se lanzó la primera emisión de preferentes por parte de una caja de ahorros se hubiera leído la letra pequeña y los pobres ahorradores no hubieran comprado ese producto por consejo de su cuñado, vecino; etc. o del gestor bancario que tampoco tenía la educación financiera necesaria para venderlo, muchos de los ahorradores no lo hubieran comprado o simplemente a nadie se le hubiera ocurrido lanzarlo al mercado.

Es muy gracioso, por no llamarlo de otra manera, que mientras que para comprar cualquier producto que conlleva un desembolso de dinero, nos encanta ver y comparar en varios sitios hasta hacer la compra; con el tema del dinero la mayoría de la gente se fía a pies juntillas de lo que le dice el primero que pasa por ahí.

Yo llevo más de  15 años trabajando en el sector y siempre he dicho que se debe hablar con varias personas relacionadas con el mundo financiero antes de tomar una decisión sobre cualquier inversión que se haga, lo mismo que cuando uno va a comprarse un coche o una televisión se mira en varios sitios. Además, siempre les he pedido a los clientes que luego me digan qué les han comentado, no solo para poder compararlo y ver si es correcto; si no porque a lo mejor ese producto que le han ofrecido puede ser también bueno para mí.

Es cierto que no todo el mundo tiene el tiempo y conocimientos sobre economía y finanzas. En ese caso lo mejor es ponerse en manos de un profesional financiero que con su conocimiento en el sector, ayude a la hora de tomar las decisiones mejores para cada persona.

Los mercados son cada vez más complejos y la globalización ha hecho que en materia económica todo el mundo esté unido, globalizado, incrementando la complejidad a la hora de poder elegir el mejor producto de ahorro e inversión para cada perfil de cliente y pudiendo darse, como he comentado al principio, un efecto mariposa en los mercados que pueda hacer que suban o como ha ocurrido el pasado verano, que caigan vertiginosamente.

En definitiva, es necesario trabajar para poder conseguir incrementar la cultura y la educación financiera de todos los ahorradores e inversores de España, para conseguir que la calidad de los productos de ahorro e inversión sea máxima y que los conocimientos de los profesionales del sector esté actualizada para poder ofrecer el mejor servicio para sus clientes.

Cuando la Renta Fija no es tan Fija

La proliferación de fraudes financieros y bancarios con la llegada del nuevo milenio, ha obligado al inversor medio a tener que incrementar sus conocimientos financieros a golpes muchísimo más de lo que realmente hubiera querido.

yourschantz © Creative Commons

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Antes de este momento, cualquier inversor con un poco de educación financiera podía conseguir una rentabilidad media del 3% sin salir de su propia oficina bancaria mediante la contratación de un deposito o comprando bonos o letras del tesoro.

Los más avezados habían empezado a entrar en Fondos de inversión en busca de rentabilidades más altas y con  las ventajas que ofrecía el peaje fiscal que entró en vigor en  2003. La mayoría de los inversores que tenían acciones, esperaban solo a cobrar sus dividendos sin pensar en ningún momento en hacer trading con las acciones.

La última lección que el ahorrador ha tenido que aprender es que hasta la renta fija, que tradicionalmente era el mercado refugio al que se podía acudir para no perder dinero, también se puede perder.

Desde la aparición de la crisis griega, los fondos de inversión que invierten en renta fija  a corto y a largo plazo han perdido hasta julio de 2015 un 0.06%, dejando la rentabilidad acumulada del 2015 en negativo, según ha publicado inverco en su informe correspondiente a este mes, sin contar con la posible caída del aciago mes de agosto.

Y es que la rentabilidad de la renta fija no siempre es fija y en  muchos de los casos solo si la inversión se lleva hasta el vencimiento. Pongamos un ejemplo: un inversor compra un bono por 1.000€ emitida por el tesoro español  a 5 años con un cupón del 2%, significa que el estado le pagará ese cupón sobre el importe que haya invertido y que le devolverá todo el capital a los 5 años.

¿Pero qué ocurre si el inversor quiere recuperar su dinero antes del vencimiento del bono? Pues que aquí entrar las leyes de la oferta y la demanda como en cualquier otro mercado, con lo que puede ganar o perder dinero.

Supongamos que el inversor necesita el dinero antes de los 5 años, el precio de venta del bono dependerá de cómo estén en ese momento. Aquí tenemos 2 escenarios diferentes:

Si el tipo de interés del bono a 5 años ha pasado  del 2% al 3%, significa que un nuevo inversor que compre un bono recibirá una rentabilidad del 3%, por lo que si nuestro inversor quiere vender  su bono que tenía un tipo de interés del 2% antes del vencimiento, deberá bajarle el precio para que el beneficio sea similar al que consigue el nuevo inversor. Al tener menos rentabilidad, deberá  venderlo más barato para que el inversor que se lo compre consiga la misma rentabilidad.

Si el tipo de interés de los bonos baja, es decir, pasa del 3% al 2%, significa que el nuevo inversor que compre un bono recibirá una rentabilidad del 2%, por lo que si nuestro inversor quiere vender el bono podrá subir el precio  porque su bono ofrece más rentabilidad que lo que ofrece el mercado.

Si baja el  tipo de interés sube el precio del bono y si sube el tipo de interés lo que baja el precio del bono.

Sabiendo un poco de economía habréis adivinado que  esto que ha ocurrido con los bonos pasa en todos los mercado todos los días.

Y esto es parece sencillo es más o menos lo que ha ocurrido estos dos meses. Por un lado el Banco Central Europeo, a través de QE, está comprando todos los bonos que tanto las entidades públicas o privadas están emitiendo a un tipo de interés que roza el cero y en algunos casos es negativa. Esto conlleva que haya una fuerte liquidez en el mercado por lo que los precios suben sin control rebajando la rentabilidad a mínimos.

Si a esto le sumamos que la crisis griega refleja que el euro no es la moneda tan sólida como parecía ser; los bancos centrales de los países de la eurozona han tenido que ofrecer mejores rentabilidad para que los grandes inversores compren sus bonos.

dantetg © Creative Commons

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Un ejemplo claro ha sido el caso del bono alemán a 10 años, que es la referencia que se utiliza en Europa para saber cuál es el precio del dinero. Este ha tenido que subir las rentabilidad de su bono para poder captar dinero de los inversores, pasando de ofrecer una rentabilidad nimia 0.05% a tener que ofrecer una rentabilidad del 0.75% para poder colocar su deuda que, como hemos comentado antes, se toma como varemos para medir el resto de las rentabilidad de la deuda europea. Como he dicho al principio, si se quiere vender un bono cuando los precios de los bonos están bajos por la masiva oferta se debe subir el tipo de interés para poder igualar la rentabilidad y así poder venderlos.

Si hay un alza en los tipos, las nuevas emisiones ofrecen intereses más altos, por lo que caen los precios de los bonos que ya se habían emitido con anterioridad. Los nuevos títulos son, por tanto, más interesantes al ofrecer mayores cupones. De este modo, los viejos títulos han de bajar el precio para atraer demanda.

¿Y cómo afecta esto a los productos que están invertidos en Renta Fija? El precio de las participaciones se suele actualizar diariamente, por lo que si el precio de los bonos que tengo en la cartera del fondo baja, el valor de la participación también lo hace, por lo que dependiendo de cuando se haya comprado, se puede tener perdidas.

En definitiva, en un mercado con exceso de oferta y con rentabilidades mínimas, si por cualquier circunstancia el precio del producto baja, es muy posible que nos encontremos con rentabilidades negativas o perdidas. Y esto es justo lo que le ha ocurrido a los fondos de renta fija en Europa.

¿Qué es el riesgo?

Estos días, mientras preparaba una clase para un Master financiero en el que imparto la asignatura de Gestión de Riesgos, reflexionaba sobre lo diferente que es explicar este tema en una clase universitaria a desarrollarla con un cliente. En una clase docente, se les enseña a los alumnos  de forma sistemática y aséptica los diferentes riesgos de la inversión y las diferentes estrategias para controlarlo y reducirlo. Sin embargo, transmitir a un cliente esta cuestión (que tiene su dinero invertido) es totalmente diferente: el enfoque es mucho más responsable y comprometido.

WebDonut © Creative Commons

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Si le preguntas a un cliente qué entiende él por riesgo, es muy probable que responda que el riesgo consiste en que su inversión registre minusvalías y sufra fluctuaciones, por lo que suele identificar el riesgo con la volatilidad, lo que hace que su análisis sea, por lo general, incompleto, y le lleve a tomar decisiones financieras equivocadas.

Pero, ¿qué riesgos hay? Enumeremos algunos: riesgo de mercado, riesgo de liquidez, riesgo de crédito, añadiría el riesgo de ser asesorado por un vendedor de banca comercial con objetivos, etc.; pero el principal, y que nos obliga a tener que invertir el dinero y, por tanto, a que exista la figura del asesor financiero independiente, es el riesgo de inflación.

En épocas de inflación, nuestro dinero pierde valor por lo que nuestro poder adquisitivo es menor cada año, siendo dicha disminución en forma de interés compuesto. Este hecho nos hace añorar la peseta; recordemos que, no hace mucho, con 5.000 pesetas podíamos hacer muchas más cosas que actualmente con 30 euros ¿o no?

Reflexionemos sobre esta fórmula:

R>IPC+IMP.

Significa que solo obtenemos rentabilidad una vez, superamos inflación e impuestos al ahorro. Esto es más o menos claro, pero si observamos la inflación de los últimos 20 años en España, podremos comprobar que la media ha sido del entorno del 3%. Esto quiere decir que una persona muy conservadora que haya tenido su dinero en cuenta corriente durante los últimos 20 años, habrá perdido, sin saberlo, ¡más del 60% de su poder adquisitivo! Considero que perder un 60 % de tu dinero, es un gran riesgo.

El único activo que ha batido a la inflación a largo plazo de forma consistente es la renta variable, es decir, las empresas. Y, lógicamente, también sufren vaivenes en el corto plazo en forma de volatilidad. No obstante, si sabes lo que haces, por qué y para qué compras, los momentos de crisis o los recortes de mercado no importan excepto para aprovecharlos.

La conclusión a la que llego, no es que haya que invertir todo en renta variable, por supuesto, pero sí que es importantísimo tener diferentes objetivos con nuestro dinero, en diferentes horizontes temporales, usando el mejor activo y la mejor estrategia para cada uno. Llevar esto a cabo solo es posible mediante dos vías: teniendo una formación financiera importante, o en su defecto, delegando la gestión de nuestro patrimonio en un asesor financiero independiente que nos ayude a planificar y a tomar determinaciones racionales en momentos en que las emociones nos pueden llevar a tomar decisiones poco acertadas.

Iván S. Pasarín © Creative Commons

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Para terminar, me gustaría compartir con el lector un dato anecdótico: hace poco el psicólogo Daniel Kanehman recibió el premio Nobel de economía por el siguiente descubrimiento: cuando vemos una minusvalía en nuestra inversión se ponen en marcha los mismos mecanismos en la naturaleza que cuando estamos en peligro de muerte. Así que, recuerda, el mayor enemigo y riesgo en la gestión de tu ahorro, eres tú.

Pies quietos: la inversión como un hábito

Cuando era pequeña me encantaba jugar a «pies quietos». Es un juego clásico de pillar, pero cuando están a punto de cogerte tienes la opción de parar en seco —piernas abiertas, brazos en cruz— y gritar: ¡pies quietos! De esta manera el que la liga no te puede pillar, pero tiene el inconveniente de que no te puedes mover de nuevo hasta que un compañero te salve.

Rainer_Maiores © Creative Commons

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Esta frase ha venido a mi cabeza en estos días de vaivenes de la bolsa. ¡Pies quietos! Porque a veces lo mejor que uno puede hacer es no hacer nada: mantener la estrategia y sobre todo la calma (controlando los ataques de pánico que provocan algunos titulares de prensa), y seguir con el plan.

Suponiendo, claro, que se tenga un plan. Es decir, que se trate de un inversor pasivo con un objetivo preciso y sencillo —asegurar unos ahorros para la jubilación, por ejemplo—, una estrategia de inversión simple y una cartera básica, sin complejidades excesivas. Así equipado, puede hacer caso omiso de los titulares y mantener la ruta.

Funciona en parte porque este tipo de inversor no intenta ganar al mercado, sino que es un inversor disciplinado: hace contribuciones regulares de capital a fondos cotizados (ETF), fondos de inversión, acciones o bonos, eligiendo de antemano la composición de la cartera, la periodicidad de las compras y la cuantía. A veces los precios son altos y compra menos acciones; a veces los precios son bajos y compra más acciones. Las compras programadas son un hábito, lo que ayuda a mantener la valentía aun cuando todos a su alrededor estén perdiendo la suya.

Tampoco se trata de ser robots absolutamente inflexibles; por supuesto, podemos estar tentados de comprar más a precios bajos, pero sin ir demasiado lejos o corremos el riesgo de perder la disciplina. Lo realmente importante es el ejercicio de elegir la composición de la cartera. Una vez hecho, revisarla periódicamente y ajustarla en función de los cambios que se produzcan en nuestra vida.

Adam Zvanovec © Creative Commons

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El miedo es una emoción intensa que se contagia rápidamente. Tener claro el objetivo y el plan establecido para alcanzarlo puede ser una buena estrategia para no dejarse arrastrar por decisiones alocadas. Mantenerse firmes y con los pies quietos, aunque el corazón a veces se nos desboque.

La volatilidad ha vuelto!!

Parece que el retorno de la volatilidad en verano se debió sobre todo al tema Griego y posteriormente a la ralentización de la economía china. Pero no hay que olvidar que hay otros factores de incertidumbre que están añadiendo turbulencias a los mercados, como el tema de la subida de tipos por parte de la FED, la ralentización de los países emergentes, caída de las materias primas, escándalos como el de Volkswagen, etc…

Christopher Campbell © Creative Commons

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En mi opinión, estos factores de incertidumbre continuarán desarrollándose en un entorno muy agitado, caracterizado por situaciones de euforia, seguidas por situaciones de estrés muy marcadas. China lanzó una seria advertencia al resto del mundo, y recordó que a día de hoy lo que está sucediendo en la segunda economía mundial tiene un impacto directo en las economías de un mundo altamente interdependiente.

Estos elementos reducen enormemente la visibilidad para los inversores. Entran en los mercados en una secuencia bipolar, donde la tendencia se invierte cada 2 o 3 días. Los mercados viven sobrereacciones alcistas/bajistas, y las actuaciones de los operadores (casi en manada) pueden incluso causar mini-accidentes.

Sin embargo, lo que estamos viviendo no es irracional. Estamos pasando por una profunda transformación de los modelos económicos de los países desarrollados y emergentes. Los países emergentes deben integrar más seguridad y protección en sus modelos para poder pasar de un sistema muy centrado en la inversión a un modelo más equilibrado entre el consumo y la inversión.

Por el contrario, confrontados con un envejecimiento de la población y a sistemas de cobertura cada vez menos financiados, los países desarrollados deben ablandar su entorno regulatorio para estimular el crecimiento y el empleo con el fin de sostener sus existencias.

Benjamin Combs © Creative Commons

Benjamin Combs © Creative Commons

Estas profundas mutaciones disminuyen la visibilidad del crecimiento mundial con efectos colaterales significativos sobre la volatilidad de los mercados de renta variable. Más positivamente, también es una fuente de oportunidades. Cuando hacen los ajustes necesarios, los resultados son eficaces, a veces espectaculares como en Alemania, por ejemplo, donde la tasa de desempleo bajó hasta el 4,7%.

Por último, la reacción de los bancos centrales se deberá seguir de cerca, su credibilidad está en juego.