Author Archives: Mónica Hengstenberg

About Mónica Hengstenberg

Licenciada en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid, tiene diferentes cursos de especialización en finanzas. Con más de 20 años de experiencia en el sector de la titulización, ha trabajado en TdA y actualmente forma parte del equipo directivo de Intermoney Titulización. Ha participado en diferentes proyectos de financiación para distintos clientes en diferentes sectores, principalmente bancario.

Tener o no tener

¿Tener o no tener?

He ahí la cuestión. El desarrollo tecnológico avanza a velocidad de vértigo posibilitando nuevos modelos de empresa que están cambiando también nuestra manera de consumir. La propiedad de ciertos bienes empieza a perder atractivo frente a otras alternativas.

Yo en mi caso empecé con Spotify. ¿Para qué llenar las estanterías de mi casa de CDs o el disco duro de mi ordenador? Por una módica cantidad mensual tengo acceso a una inmensa y variada biblioteca musical.

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Existen diversos modelos empresariales. El modelo “pago por uso” nos permite pagar por el uso temporal de ciertos bienes que hasta ahora solo podíamos disfrutar si los teníamos en propiedad. Empresas como Emov o Car to Go proporcionan un coche de alquiler para moverse por la ciudad de forma mucho más ágil y flexible que los sistemas de alquiler tradicionales. Si bien es cierto que tienen otras limitaciones de recorrido y kilometraje, solamente pago por el tiempo que lo uso.

Las suscripciones a través de apps y plataformas nos dan la posibilidad de acceder temporalmente a un conjunto de ellos. En este sentido, es más parecido a un alquiler. Igual que cuando alquilabas una cinta en un videoclub del que eras socio, ahora puedes pagar solo por la película que quieres ver o hacerte socio de Netflix y acceder a todos sus contenidos.

Otra posibilidad es acceder al uso de algo que quiero a través de plataformas de intercambio. En este caso,  los usuarios particulares participan a título personal en este sistema a través de plataformas electrónicas. Los ejemplos clásicos de este modelo serían Airbnb o Uber.

comercio-electronicoEs igual, pero no es lo mismo. Si dejo de pagar la suscripción pierdo el acceso y los contenidos descargados de algunas plataformas no son heredables, con lo cual no les podré dejar mi biblioteca de Kindle en herencia a mis hijos.

En definitiva, la tecnología permite el acceso al uso y disfrute un universo de bienes que tradicionalmente solo estaban al alcance de quienes podían permitirse comprarlos. Es quizá lo más cerca que hemos estado de un modelo “socialista” en el sentido de uso compartido, opuesto a la propiedad privada. Obligatorio, eso sí, un Smartphone y conexión wifi.

Empleo móvil

Lo confieso, soy una cegata virtual. Si alguien hace diez años me hubiese dicho que para trabajar solo se necesita un móvil y una conexión a internet el único empleo que se me hubiese ocurrido sería un servicio de atención al cliente o una línea erótica.

El desarrollo tecnológico avanza a velocidad de vértigo posibilitando nuevos modelos de intercambio de bienes y servicios que están cambiando también nuestra manera de trabajar y de consumir. La revolución digital está transformando la economía.3

En el aspecto laboral, una de las posibilidades es ofertar bienes o servicios a través de modelos de lo que conoce como economía colaborativa. Si usted tiene un coche y tiempo libre, puede ser chofer amateur a través de Uber. Si tiene una habitación libre, puede ser aprendiz de hostelero ofertándola en Airbnb. La cantidad de bienes y servicios que pueden imaginarse en este esquema es literalmente infinito: comida casera o chefs a domicilio, manicura o clases de francés, pasarle la ITV al coche o aparcarlo en el aeropuerto. Con una simple conexión a internet y un móvil cada vez hay mas posibilidades de ganarse la vida.

Los particulares participan a título personal en este sistema a través de plataformas digitales. Estas plataformas posibilitan el intercambio aportando la tecnología (geolocalizacion, medios de pago), establecen sus reglas y controles de calidad y cobran una comisión a los ofertantes. En realidad es como un mercado tradicional, o una asociación gremial. Uno paga una cuota por poner su puesto a cambio del uso de las infraestructuras del mercado. Con algunas actualizaciones, por supuesto: la base de clientes potenciales se amplía, la velocidad y el numero de transacciones aumentan, los costes fijos son mas bajos y el comprador tiene acceso a las valoraciones de clientes y usuarios anteriores. En este entorno digital tan veloz y cambiante, llegar el primero es importante, mantener la calidad es clave. Es probable que el cliente no te de una segunda oportunidad si le fallaste la primera, tiene muchas alternativas.

Según la Wikipedia, la economía colaborativa es “un sistema económico en el que se comparten e intercambian bienes y servicios a través de plataformas digitales.”4

A mí no me gusta en realidad esta definición de economía colaborativa porque creo que en esquemas como los descritos, ni se comparte ni se intercambia. Se compra y se vende. La diferencia es que cualquiera puede poner su puesto en el mercado, aprovechando un entorno en el que la regulación y la fiscalidad no están aun claras. Es la competición extrema del capitalismo disfrazada de nuevo comunismo.

Mad Max: ¿El futuro del agua?

En la película de Mad Max, el jefe Joe se apodera de dos recursos unidos con los que controla a la población y que son los que obligan a Max a volver: Agua y vegetación.

El pasado 21 de septiembre, el Banco Mundial y Naciones Unidas emitieron un comunicado conjunto, una llamada a la acción respecto al agua. El objetivo es promover medidas para mejorar el acceso al agua potable y a un saneamiento adecuado (Objetivo de Desarrollo Sostenible (SDG 6)), así como para contribuir a la consecución de otros objetivos basados en el desarrollo y gestión de los recursos hídricos.

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Aunque el 91% de la población mundial tiene acceso a agua potable en 2015, unos 663 millones de personas siguen utilizando fuentes no seguras. Actualmente, más de 2.000 millones de personas sufren restricciones de agua, una cifra que se probablemente se incrementará en las próximas décadas debido al crecimiento demográfico y a la necesidad de incrementar la producción de alimentos. Esto se ve condicionado por las limitaciones de la oferta de suelo agrícola disponible debido a las consecuencias del cambio climático como la contaminación, la deforestación y la desertificación.

Cuidar el agua como recurso esencial, invertir en mejorar su eficiencia y optimizar el tratamiento de aguas residuales es claramente necesario.

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Más allá de esto, el comunicado incluye en la agenda dos puntos relacionados con cuestiones económicas. Uno sobre la financiación de infraestructuras y servicios de abastecimiento y saneamiento y por último, un llamamiento a que exista un dialogo abierto sobre los principios y aproximaciones para establecer el precio del agua.

Espero que seamos capaces de asumir el reto y la película no sea una visión de futuro de nuestros nietos.

PokemonGO: Negocios colaterales

El nacimiento de Pokemon Go ha sido realmente sonado. El primer día recaudó 1,6 millones de dólares solo en Estados Unidos, en catorce horas se hizo con el podio de la aplicación con más descargas en Apple Store y ya es más utilizada que aplicaciones como Whatssup o Instagram. El éxito inmediato de Pokemon Go ha hecho subir un 50% el precio de las acciones de Nintendo, aunque los analistas están ajustando la rentabilidad a largo plazo, teniendo en cuenta que Apple se queda con un porcentaje de las compras dentro de las aplicaciones y que Google invirtió también junto con Nintendo y Pokemon Company en Niantic, la compañía que ha desarrollado el juego.

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Las criaturas de Nintendo fueron creadas en 1995, una fecha en la que yo estaba más en los estudios que en los juegos o los dibujos animados, pero los he seguido a través de mis hijos. Ellos han coleccionado cartas de Pokemon que intercambiaban en el colegio, han entrenado con su Gameboy y su PSP y hemos tenido un Pikachu de peluche parlante viviendo con nosotros durante un tiempo. Esta cercanía y familiaridad es quizá una de las claves que ha llevado a la inmediatez de su éxito: mis hijos y sus amigos habían oído hablar de la aplicación antes de que estuviesde disponible en España y estaban pendientes del estreno de y deseando probarla.

Más allá del éxito del juego y su impacto en las acciones de las compañías propietarias, puede tener otras implicaciones económicas en el mundo real. Hay dos características del juego que ayudan a entender como éste puede incidir en el número de clientes de un determinado negocio y en sus ingresos reales.

La primera es que hay “Pokeparadas”, localizaciones predeterminadas en las que los “entrenadores” pueden obtener accesorios del juego gratuitos. Esto es sin duda una oportunidad para los establecimientos comerciales cercanos, que pueden atraer a los jugadores y aumentar por tanto el número de clientes potenciales.2

Además, dentro de la aplicación puedes comprar accesorios para atraer Pokemon, tales como incienso o un módulo de cebo. De esta forma, por 1,19 dólares la hora puedes atraer Pokemon directamente en tu local, que atraerán a su vez a los jugadores, tus clientes potenciales, en su busca. Comercios, sucursales bancarias e incluso comunidades eclesiásticas están ya explorando esta forma de atraer clientes.

Al margen de esto y vistos los accidentes ocurridos en los primeros días de juego, cabría preguntarse si puede ser también una buena oportunidad para las compañías de seguros ofrecer una póliza de seguros “PokePlan”

http://www.bbc.com/news/uk-36806795

¿La unión hace la fuerza?

Vivimos un momento contradictorio. El rápido desarrollo tecnológico, especialmente en las comunicaciones, ha permitido acortar distancias entre personas, empresas y países e impulsar la interrelación y la interdependencia social, cultural y económica.

En el ámbito de la gestión empresarial, se asienta la idea de que desarrollar una cultura de colaboración es la mejor estrategia para conseguir los objetivos.1

¿Qué está pasando en Europa? La Unión Europea tiene sentido si creemos que el pertenecer a una comunidad mas amplia y trabajar conjuntamente persiguiendo objetivos comunes podemos obtener mejores resultados que haciéndolo por separado.

Para que exista un verdadero trabajo en equipo hay tres factores fundamentales: un objetivo común, responsabilidad de cada uno de los miembros y confianza en los demás y en el proyecto. Y compartir valores. Poner el valor de cada uno al servicio de los demás y desde ahí crecer juntos.

La crisis económica ya puso a prueba la confianza de los europeos entre si, dando lugar a fricciones, conflictos y desacuerdos en los que cada uno de los países resucitó estereotipos despectivos: Los alemanes ya no eran un pueblo digno de admiración del que podíamos aprender disciplina y capacidad de trabajo, sino los mismos mandones controladores y prepotentes de siempre. Los españoles ya no éramos dignos de admiración por nuestra capacidad para relacionarnos y nuestro optimismo sino los mismos vagos corruptos de siempre. Afortunadamente conseguimos demostrar que tras estos años juntos algo hemos aprendido los unos de los otros y llegar a un entendimiento.2

Cuando parecía que volvíamos a una senda de calma, el problema de la inmigración vuelve a poner a prueba la solidez del equipo y la viabilidad del proyecto. Y aquí el consenso parece mucho más difícil. La necesidad de proteger lo mío deshumaniza mi visón del otro: lo convierto en un problema, en el enemigo. Aparecen el miedo y la desconfianza, ranuras por las que se cuelan líderes oportunistas para conseguir votos, resquebrajando el proyecto europeo. Mejor solo que mal acompañado versus la unión hace la fuerza. Un cambio de creencias que nos puede llevar a una vez más a la división, el enfrentamiento y el aislamiento, y cabría analizar a quién beneficia esta estrategia de división.

Los líderes políticos europeístas deben hacer una buena reflexión y pasar a la acción si queremos que la unión europea siga siendo un proyecto creíble.

Desahucios: ¿Radicalizar posturas o conseguir acuerdos?

El otro día le pedí prestados 20 euros a mi hijo mayor P. Cuando fui a devolverle el préstamo me dijo – “No, dáselos a mi hermano J. El me presto 20 el otro día para el abono transporte y le dije que como tú me debías, cuando me pagaras se lo devolvía”.

Una cesión de crédito, familiar, sencilla y en estado puro.

Recientemente se ha publicado una noticia relativa a la paralización de un desahucio por haber sido vendida la hipoteca a un fondo de titulización. El artículo pone de manifiesto un problema que remueve los cimientos del mercado hipotecario: la creciente dificultad para ejecutar las garantías hipotecarias. En este caso, la sentencia considera que la entidad de crédito prestamista que cede sus derechos sobre un préstamo hipotecario no está legitimada para instar su ejecución.

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La cesión de derechos sobre préstamos hipotecarios mediante la emisión de participaciones hipotecarias está recogida en nuestra legislación y no supone la pérdida de la titularidad del préstamo para el cedente, ni tampoco merma alguna de sus derechos y obligaciones respecto al mismo en el procedimiento de ejecución. El emisor (P, en mi ejemplo) no sólo retiene el derecho a ejecutar la garantía, sino que está obligado a ello y puede ser reclamado por el suscriptor de la participación (J, en el ejemplo) si no actúa con la diligencia debida. Que ese tercero suscriptor de la participación hipotecaria sea un fondo de titulización es irrelevante. La ley hipotecaria clara y precisa sobre este punto.

En mi ejemplo casero, ¿significa la cesión que P ha perdido su derecho a reclamarme los 20 euros? ¿O que yo ya no tengo obligación de devolvérselos porque le ha cedido el préstamo a su hermano J? Me gustaría ver la cara de mis hijos si les cuento esto.

El deudor hipotecario, habitualmente la parte débil, debe contar con protección legal para que sus derechos sean respetados, pero por muy dolorosas que sean las situaciones concretas, éstas no pueden servir de justificación para privar de derechos a una de las partes. Debilitar la garantía hipotecaria, daña la esencia del mercado hipotecario y afecta a toda la colectividad. No sólo a quienes han invertido en activos financieros respaldados por hipotecas, sino también al mercado de la vivienda, especialmente para aquellos con menos recursos económicos, que quedarán excluidos del mismo. Sin garantía hipotecaria no puede haber financiación para la compra de vivienda, o será mucho más cara.

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Los desahucios no son el resultado de deficiencias en nuestra legislación, ni pueden atribuirse únicamente a malas prácticas de las entidades financieras. Se trata de un problema social derivado de la burbuja y posterior crisis y del desempleo que ésta ha generado. Evitar que acabe en situaciones límite requiere recursos públicos y procedimientos eficientes y equitativos para su asignación, pero no ceder a la presión mediática y social tomando decisiones que no hacen sino radicalizar posturas y dificultar los acuerdos.

Una alternativa a la vía la judicial, poco conocida y utilizada pero más barata y con la misma eficacia jurídica, puede ser la mediación. El mediación, son las partes las que intentan llegar a un acuerdo con ayuda de un tercero imparcial y neutral que posibilita el dialogo y canaliza el proceso. Estoy convencida de que sentándonos a hablar, ganaríamos todos.

Para curiosos: http://mediacionhipotecaria.com

¿Dónde está mi dinero?

El fin de semana pasado salí del cine como si me hubiera pasado una apisonadora. “La gran apuesta”. Gran película que narra el estallido de la crisis en Estados Unidos con una exactitud, una frialdad y una capacidad asombrosa de llegar al público. Me toca de lleno porque llevo toda mi vida profesional dedicada a la titulización (mal traducido en la película como titularización). Veinte años. Casi nada.

La titulización de préstamos es una herramienta que ha contribuido a que el crédito fluya a familias y empresas, pues facilita a las entidades la refinanciación del crédito. Además, es un mecanismo para que los inversores institucionales (fondos de inversión, fondos de pensiones y compañías de seguros) canalicen en ahorro a largo plazo participando en el mercado hipotecario.

¿Qué significa esto? Que cualquiera ahorrador que tenga un fondo de inversión de renta fija, un fondo de pensiones o un seguro de vida puede estar prestándole a usted el dinero invertido, de manera indirecta, para que se compre una casa. Y viceversa.

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Hay algo que la película pone de manifiesto pero seguimos sin querer ver: la falta de responsabilidad, personal e institucional.

Desde la striper de Florida que tiene cinco hipotecas sobre cinco propiedades convencida de que podrá venderlas más caras o refinanciar los préstamos pero ni se le pasa por la cabeza la posibilidad de tener que devolver el crédito, hasta los bancos de inversión que entran en el juego de apostar a favor del mercado inmobiliario y cuando ven girar las tornas, en lugar de asumir las perdidas y resolver el juego lo antes posible, venden su posición en la apuesta a sus clientes.

Por parte de las instituciones, ni los reguladores, ni las entidades financieras, ni las agencias de rating ni las sociedades de tasación han asumido tampoco responsabilidad alguna por lo ocurrido. No ya una sentencia, ni tan siquiera una disculpa. El BCE, en un gráfico que por desgracia ya no aparece en su página web, se justificaba diciendo que en 2005 y 2006 ya hizo una advertencia a los bancos de la posible existencia de una burbuja inmobiliaria. Y quizá me equivoco pero no creo que haya ningún banco que haya reconocido públicamente que se saltó sus propias políticas de riesgo en la concesión de créditos.

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Seguimos mirando hacia otro lado buscando culpables y nos negamos firmemente a analizar cuál es mi parte, que podría haber hecho yo, en que me he equivocado. Partimos de la creencia de que los precios del mercado inmobiliario nunca caen y todavía nos negamos a admitir que nos hemos equivocado. Pensamos que siempre íbamos a ser capaces de renegociar los préstamos y nos parece increíble que el acreedor no entre en razón, nos exija la ejecución de la garantía y se quede con nuestra casa. Es duro, pero no todas las ejecuciones por impago pueden atribuirse a malas prácticas de las entidades financieras. Seguimos pensando que el mercado es algo lejano y ajeno, y que los inversores institucionales son unos entes difusos con intereses contrarios a los nuestros. Pero no. El inversor es cualquiera que tenga un plan de pensiones, un seguro de vida o un fondo de inversión.

Para paliar el desastre, subimos impuestos, rescatamos bancos y paralizamos desahucios, y una clase media cada vez con menos medios asume el coste de los incumplimientos de unos y otros. Pero si no analizamos nuestros errores corremos serio riesgo de repetirlos.

Hay otra película mucho mas antigua, un clásico navideño del que soy fan desde que la vi por primera vez a los diez o doce años: “Que bello es vivir”. En una de sus escenas, un agobiado James Stewart intenta frenar el pánico de sus vecinos y nos ilustra sobre el funcionamiento básico de un establecimiento financiero de crédito. Nada mejor que un clásico para volver a los principios básicos. Si tienen dos minutos, https://www.youtube.com/watch?v=cCykhJ5oNAM , desde el minuto 3:40.

Fintech: Regulación versus innovación

En 2014, la inversión mundial en empresas fintech se triplicó respecto al año anterior, llegando a los 12.200 millones de dólares. La mayor parte de la inversión es en Estados unidos, pero el crecimiento más rápido se registró en  Europa, un 215% respecto al año anterior.

Unsplash © Creative Commons

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Vemos como empresas relacionadas o no directamente con el sector financiero ofrecen servicios de desintermediación: sistemas de pago como Apple pay, plataformas online como Transferwise, inversión directa a través de crowdfunding o el avance de los ‘robo advisors’, ponen de relieve que nuevos participantes de otros sectores tienen la capacidad de entrar en el mercado y cambiar el modelo de negocio. Un reto tanto para los participantes habituales como para los reguladores.

Una de las consecuencias de la crisis de 2008 ha sido la creciente actividad de reguladores y legisladores, que se han movilizado para dar una respuesta adecuada a la profundidad y dimensión de los problemas, especialmente financieros, a los que se han enfrentado Europa, América y Asia. Así, en los últimos años hemos visto la recapitalización de grandes bancos y un mayor foco en la responsabilidad, el control de gestión y la transparencia de las empresas e instituciones, especialmente las financieras.

Ahora que parece que hay signos de estabilización, el reto es impulsar el crecimiento y este pasa por la innovación. Centrarse en el temor a que ocurran cosas malas de nuevo puede llevarnos a limitar la posibilidad de que ocurran cosas buenas y corremos el riesgo de centrarnos solo en los riesgos, las dificultades y problemas de la tecnología y la innovación, sin valorar sus beneficios potenciales.

Pixies © Creative Commons

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¿Cuál es el punto de equilibrio entre innovación y riesgo? ¿Cómo promover un entorno de innovación, creatividad y desarrollo tecnológico sin que se disparen las alarmas? No es fácil determinarlo. Equilibrar la balanza entre innovación y riesgo es el nuevo reto al que se enfrentan legisladores y reguladores.

Si queremos que el sector financiero evolucione y pueda ofrecer al cliente servicios que aporten valor a largo plazo, y mercados competitivos que funcionen, tendremos que aceptar el reto.

Pies quietos: la inversión como un hábito

Cuando era pequeña me encantaba jugar a «pies quietos». Es un juego clásico de pillar, pero cuando están a punto de cogerte tienes la opción de parar en seco —piernas abiertas, brazos en cruz— y gritar: ¡pies quietos! De esta manera el que la liga no te puede pillar, pero tiene el inconveniente de que no te puedes mover de nuevo hasta que un compañero te salve.

Rainer_Maiores © Creative Commons

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Esta frase ha venido a mi cabeza en estos días de vaivenes de la bolsa. ¡Pies quietos! Porque a veces lo mejor que uno puede hacer es no hacer nada: mantener la estrategia y sobre todo la calma (controlando los ataques de pánico que provocan algunos titulares de prensa), y seguir con el plan.

Suponiendo, claro, que se tenga un plan. Es decir, que se trate de un inversor pasivo con un objetivo preciso y sencillo —asegurar unos ahorros para la jubilación, por ejemplo—, una estrategia de inversión simple y una cartera básica, sin complejidades excesivas. Así equipado, puede hacer caso omiso de los titulares y mantener la ruta.

Funciona en parte porque este tipo de inversor no intenta ganar al mercado, sino que es un inversor disciplinado: hace contribuciones regulares de capital a fondos cotizados (ETF), fondos de inversión, acciones o bonos, eligiendo de antemano la composición de la cartera, la periodicidad de las compras y la cuantía. A veces los precios son altos y compra menos acciones; a veces los precios son bajos y compra más acciones. Las compras programadas son un hábito, lo que ayuda a mantener la valentía aun cuando todos a su alrededor estén perdiendo la suya.

Tampoco se trata de ser robots absolutamente inflexibles; por supuesto, podemos estar tentados de comprar más a precios bajos, pero sin ir demasiado lejos o corremos el riesgo de perder la disciplina. Lo realmente importante es el ejercicio de elegir la composición de la cartera. Una vez hecho, revisarla periódicamente y ajustarla en función de los cambios que se produzcan en nuestra vida.

Adam Zvanovec © Creative Commons

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El miedo es una emoción intensa que se contagia rápidamente. Tener claro el objetivo y el plan establecido para alcanzarlo puede ser una buena estrategia para no dejarse arrastrar por decisiones alocadas. Mantenerse firmes y con los pies quietos, aunque el corazón a veces se nos desboque.

Crowdfunding: ¿El vídeo mató a la estrella de la radio?

A principios de los años ochenta se popularizó una canción llamada Video Killed the Radio Star (‘El vídeo mató a la estrella de la radio’), del grupo The Buggles. Habla del fin de una estrella de la radio, eclipsada por el reciente auge del vídeo y las nuevas tecnologías. De manera similar, han surgido en los últimos tiempos, al margen de los tradicionales bancos, otras formas de conseguir recursos para llevar a cabo proyectos; hablo, en concreto, de la financiación colectiva (o crowdfunding). La Wikipedia la define como «la cooperación colectiva llevada a cabo por personas que realizan una red para conseguir dinero u otros recursos».  Pero ¿por qué nace? ¿Qué modalidades hay? ¿Acabará este nuevo sistema de financiación con los bancos de siempre, así como el vídeo acabó con la radio en la canción de The Buggles?

geralt © Creative Commons

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La aparición de mecanismos alternativos de financiación tiene su origen en la crisis, que ha dejado una huella de desconfianza en el sistema financiero. Los bancos han soportado tasas de morosidad que no figuraban ni en sus peores escenarios y que han erosionado su confianza en los clientes, lo cual ha provocado que el acceso al crédito sea más difícil y caro. A su vez, los ahorradores se han sentido traicionados al invertir en productos aparentemente seguros que han resultado no serlo tanto, y buscan alternativas de inversión.  Así las cosas, el fenómeno de la financiación colectiva ha surgido con fuerza, inicialmente para cubrir esta necesidad de confiar, de ser solidarios y de participar en proyectos en los que creemos.

Desde el año 2011, el crowdfunding se ha ido desarrollando y actualmente, en función de la naturaleza del intercambio, se distinguen cuatro tipos:

1) Donación: sin contraprestación, los donantes financian principalmente proyectos solidarios o humanitarios.
2) Recompensa: el mecenas recibe una recompensa a cambio de su ayuda.
3) Inversión: el inversor obtiene una acción de una empresa, una participación o compromisos sobre los beneficios, como contraprestación a su aporte.
4) Préstamo: el prestamista recibe el capital entregado junto con un tipo de interés sobre el dinero, a cambio de su contribución.

En los dos primeros tipos parece claro que el objetivo del donante o mecenas no es otro que apoyar un proyecto. Pero en los dos últimos es muy posible que, además de esto, también se persiga obtener una rentabilidad. La forma del intercambio se torna más compleja, es preciso entender bien el proyecto y sus riesgos, por lo que el acceso a la información, así como su veracidad, son claves. Aunque cada persona es responsable de sus decisiones, para tomar la mejor es imprescindible saber obtener y tratar la información relevante, o buscar el asesoramiento de alguien experto. Y aquí volvemos a la importancia de la confianza: fijar las reglas del juego, manteniendo además el espíritu original de libertad y responsabilidad personal, es ahora el reto; esto implica desarrollar un marco regulatorio claro que defina los derechos y obligaciones de los participantes y asegure que la confianza no se deteriora. En Estados Unidos la normativa está muy adelantada y propone la supervisión de la SEC (Securities and Exchange Commission); en Europa avanza a buen paso.

He participado en la financiación de proyectos a través de plataformas de financiación colectiva en solo dos ocasiones. En ambas el objetivo era grabar un disco; el medio, crowdfunding de tipo recompensa.

Unsplash © Creative Commons

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Mi primera vez fue hace unos dos años. Un coro de góspel necesitaba dinero para grabar un disco en directo; no los conocía personalmente, solo los había escuchado. La recompensa que elegí fueron dos entradas para el concierto, más un ejemplar del disco. Las entradas nunca me llegaron, pero el disco sí —casi un año después—, y lo recibí con la ilusión que produce recibir algo que no se espera en absoluto.

La segunda ha sido hace unos meses. Esta vez sí conozco personalmente a la cantante y me siento orgullosa de poder participar en su proyecto (www.yoyoborobia.com). Ha conseguido recaudar la cantidad que se había propuesto y ahora le toca ponerse manos a la obra con la grabación. Lo que me sorprendió fue recibir un mensaje suyo, desde São Paulo (donde vive), en el que me daba las gracias y me preguntaba la talla y el color de camiseta que prefiero. No lo había pensado. Quiero decir, no había pensado que es ella quien, además de componer, buscar los músicos y el estudio, ensayar, maquetar, grabar, montar y diseñar el producto —su disco—, tiene que hacer frente a la gestión administrativa que implica dar respuesta a los compromisos adquiridos con los mecenas. Esto puede ser relativamente sencillo en algunos proyectos, pero ¿qué ocurre en otros más complejos? ¿Es responsable la plataforma del seguimiento de los proyectos? ¿Quién supervisa la veracidad de los datos publicados en la web? ¿Y la viabilidad del proyecto? ¿Qué ocurre en caso de fraude? El tema se empieza a complicar, ¿verdad?

Que el crowdfunding está aquí es un hecho y, en mi opinión, ha venido para quedarse. Entonces, ¿qué va a ocurrir con los sistemas tradicionales? Yo veo vídeos (en su versión tecnológica del siglo XXI), pero no he dejado de escuchar la radio. Así, al igual que el vídeo no ha matado a la estrella de la radio, tampoco creo que el crowdfunding acabe con los bancos. La convivencia es posible.

Nota para curiosos:
https://www.youtube.com/watch?v=Iwuy4hHO3YQ
http://www.forbes.com/sites/chancebarnett/